El simple deleite de un sádico contemporaneo. (6)



6.- BIENAVENTURADOS LOS “COLGAOS” PORQUE ELLOS NUNCA NECESITARÁN PERCHA.

Por unos instantes los recuerdos de Paola van llegando muy intensamente:

 "Cierro los ojos y ya no veo. Cierro los ojos y no me ven. Pero aún así puedo sentir el miedo y puedo sentir el dolor. En esencia y en potencia. En mis manos y en mi boca. Porque mis mandíbulas continúan tan apretadas, que cuando intento tragar, la saliva se torna sangre. Y mis puños siguen tan cerrados que las uñas se clavan en la palma de mi mano hasta quedarse adormecidas.

Mis dientes sangran y puedo sentir el sabor salado y metálico de mi propia sangre mientras se desliza entre ellos. Y en las palmas de mis manos queda marcado el estigma de mis uñas en sangre del miedo y la rabia contenida. Pero eso no es nada, solo es dolor y nada me importa porque al fin y al cabo el dolor ya no me da miedo".

Paola se pregunta a veces quien era aquel individuo, pero no lo sabe a ciencia cierta, seguramente algún cliente del hostal donde su madre trabajaba de sol a sol y donde nadie tenía demasiado tiempo para cuidar de ella. Paola ni siquiera iba al colegio, porque nadie tenía tiempo para llevarla desde aquel hostal tan lejos de todo y tan perdido en la nada.

La mayor parte del día la pasaba escondiendose en los armarios de las habitaciones vacias, jugando a ser una niña invisible. Quedandose a veces dormida o sin contestar cuando la llamaban, por eso nadie la echaba nunca de menos.

El resto del día sentada en la cocina, porque ni ella ni su madre tenían habitación propia. Por eso cuando se cerraba el servicio de cocina a medianoche traian la cama plegable hasta  alli y se acostaban las dos juntas. Antes de las seis de la mañana se abría nuevamente el servicio de desayunos para los clientes y Paola todavía somnolienta desaparecía por los oscuros y largos pasillos.

Y se escondia en alguno de los armarios como dracula en su ataud al llegar las primeras luces del día. Respecto a sus incursiones al vacio a veces piensa que quizás tampoco fuera una experiencia tan terrorífica como ella la percibía, pero os puedo asegurar que ese individuo la asustaba salvajemente.

Que aún hoy la sigue asustando y se despierta entre angustiosas pesadillas. Que una risa o un portazo hacen que su respiración y su corazón cesen en seco solo para escuchar si aquellos pasos son los de él. Que la hacía sentir como un animalito acorralado, solo e indefenso. Que sucedió en más de una ocasión pero que ignora cuantas.

Y si le preguntas que piensa ahora de todo aquello, Paola te contestaría que quizás solo fuesen las bromas de un adulto irresponsable o quizás el simple deleite de un sádico contemporáneo.

Continuará en: Estatua de Hielo. (7)

Comentarios

  1. Anónimo13:12

    Hola guapa , acabo de ler , este capitulo y la verdad esta muy interesante , y me gusta mucho encuanto a lo de escribir , juntas cuando tu quieras que yo ,estoy encantada y por mi vale ,pero tengo un pequeño problema ,en tu perfil no esta tu correo electonico , donde me puedo poner en contacto contigo me lo mandas a mi blog , mi dirección es esta , pero no me lo mandes por loock exprees por que no , funciona vale, barrufeta1@live.com , mientras tanto espero tu respuesta , un beso de pitufa gracias guapa eres toda una escritora profesional.

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  2. Interesante relato, promete.
    El miedo es de lo peor que puede padecer una persona y máxime cuando es de una vivencia en la infancia, que se ha acomodado dentro de uno y no lo abandona de por vida

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  3. Anónimo16:28

    Hola de nuevo en mis dos blog , hay un regalo especial para ti , espero que pases a por ellos vale un beso de pitufa. para facilitarte la labor cuando veas la foto de un pequeño , fauno con una armonica , pincha en la foto y saldras al blog de fauno.

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  4. Amiga Pitufa, mi dirección de correo es neuriwoman@gmail.com, puedes mandarme alli lo que quieras. Pero recuerda antes mandarme un toque al blog (en forma de comentario) para que me acuerde de mirar el correo. El blog lo miro regularmente pero el correo paso semanas sin entrar. Y no quisiera tenerte esperando de ninguna de las maneras.

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  5. Así es amigo IglesiasOviedo el miedo es el peor sentimiento que se puede sufrir. Los humanos compartimos el miedo a algunas cosas ancestrales con otras especies como primates y palomas, como el miedo a las serpientes, las arañas...y ese tipo de bichitos silenciosos. Yo creo que en la prehistoria además de silenciosos debían ser gigantescos por eso preservamos en varias especies miedos comunes.
    En cuanto a los miedos infantiles, marcan de por vida, porque traumatizan y en vez de almacenarse en el sector recuerdo siguen reviviendose una y otra vez como si estuviesen sucediendo una y otra vez.
    Parece que hay una zona del cerebro, la amigdala, que determina la intensidad y fugacidad o pervivencia de los traumas.
    De todas formas aunque el miedo sea un factor de protección para la especie para el individuo concreto es demoledor. Saludos.

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