Tulipanes en Holanda.



La "relación" entre Holanda y los tulipanes empezó en 1593, cuando el botánico Carolus Clusius trasladó tulipanes desde Estambul a la Universidad de Leiden, en Holanda, para realizar investigaciones médicas. Era un hombre bastante avaro y nunca quiso compartirlos con nadie, hasta que una noche un grupo de personas entró a la fuerza en su jardín y robó varios bulbos. A partir del año 1634 se convirtió en una especie de locura llamada tulipomanía, que dio lugar a una especulación disparatada de plantas, por las que se pagaban precios muy altos. Como muchas personas ya se habían arruinado, el gobierno decidió poner fin a la situación regulando el comercio de tulipanes.

Un dato para entender el elevado valor que los holandeses le dieron a esta flor en el siglo XVII quedó registrado para la posteridad por un escritor de la época, de apellido Munting. En 1636, una tonelada de queso costaba 120 florines, y en una transacción entre dos comerciantes uno de ellos pagó 2500 por un tulipán; es decir, más de lo que había pagado por 20 toneladas de queso.

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