Ataque en la noche.



Esta madrugada, sobre las tres (hora mágica y serena) estando toda la familia sumida en profundos sueños lúcidos, se ha escuchado un grito aterrador en mitad del rellano de la escalera. Era uno de esos aullidos agudos y chirriantes que presagian un final oscuro.

Todos como movidos por un resorte especial nos hemos levantado de nuestras camas al unisono, asustados y espectantes por saber quien lo había emitido. Y como estaría en esos momentos.

Que angustia, que tensión, que dolor en el cuello por levantarme más dormida que despierta. Empezadas las pesquisas y con un escobon en las manos vemos que procedia del perro, mi pequeño yorshire había sido agredido con nocturnidad y alevosía.

Perla, la gata negra que anda por el jardín, se nos había colado por una de las ventanas y subio a la planta alta donde terri dormitaba tan alegremente como de costumbre. Él nunca duerme del todo, porque aunque es diminuto es buen perro guardian y siempre tiene sus orejitas puntiaguadas alerta.

La gata es más grande que él y aprovechando que estaba desprotegido se lanzo contra él, pero no logro cogerle bien y Terri salio corriendo y ahuyando como si le hubiera arrebatado el alma de un zarpazo.

Carlos la echo fuera de la casa y cerro bien todas las ventanas de la planta baja, mientras Terri que se había subido en nuestra cama todavía temblaba como si su corazoncito fuera a salirsele del pecho. Y yo le hacía una primera inspección ocular para hacer un peritaje de los daños sufridos. No tenía arañazos por el cuerpo ni la cara, así que hacerle a parte de darle y darnos un gran susto la Perla negra del Caribe no hizo nada.

Pero Terri se tiro el resto de la noche subido en nuestra cama, de pie y oteando hacia la puerta de la habitación, como si la esperara de nuevo. Yo con linterna en mano alumbrando hacia donde él miraba para que se quedará tranquilo y yo también, porque ya veia gatos negros por todos lados.

Total que al final, recogimos la escoba, y cerramos la puerta de nuestra alcoba a cal y canto no fuese a venir la gata y encima me arañara a mi, buscando al perro que se enrosco entre los dos a pesar del calor que tenía.
Esta mañana me he despertado con una constractura muscular y acordandome de la gata para el resto del día. Ahora estoy con el collarín cervical y observando por primera vez en sus seis años que Terri es zurdo y además como Tomi, su podenco amigo, arremete contra la gata. Pues le esta cogiendo gran aprecio a su desfensor, aunque al final los dos vienen corriendo a refugiarse en la casa mientras la gata los persigue malhumorada.

Los dos amiguetes se han pegado cinco vueltas a las tomateras en una persecución ridicula, pues se esperaban uno a otro cada vez que se rebasaban. Ahora hasta comen juntos del mismo recipiente cediendose la vez muy educadamente también. Quien lo iba a decir, que el pequeñajo gruñon que nunca quiere jugar con nadie iba a sociabilizarse tan rapido.

Y de Tomi que puedo contar, pues para que su dueña lo sepa que se esta portando muy bien. Que come su pienso sin descansar porque el campo y el ejercicio le dan hambre, y ver al lado al agonioso de Terri queriendo comerse su comida le estimula para comer rapido y bien, y no dejarle nada al otro. Por otro lado ahora en vez de cesped vamos camino de tener un campo de golf, por que Tomi se ha empeñado en encontrar a un grillo que se esconde debajo. Y rasca con la patita y cuando tiene hecho el agujero comienza a horadar con su hocico.

Y el huerto lo tienen de maravilla porque de tanto ir de una a otra parte no dejan crecer la mala hierba. A veces Tomi se come algún pimiento, pero solo si se lo das, no ha tocado en ningún momento las plantas. Y también salen los dos de la parcela a pasear, sin pegar tirones de la correa y muy tranquilos. Antes iban a tirones porque los dos querían ser el primero.




En fin, que a pesar del ataque nocturno por aqui seguimos en alegre concordia.

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