Paleodieta, volver a la dieta del hombre de las cavernas.
Últimamente esta tomando fuerza la denominada Dieta del Paleolítico o Dieta Evolutiva, que consiste en alimentarse de forma similar a como hacían nuestros antepasados hace más de 10.000 años. Sus defensores apuntan a una base genética pues al haberse alimentado así el hombre durante casi 2´5 millones de años nuestros organismos estarían más adaptados a digerir ese tipo de viandas saludables que quedo alterada con la aparición de la agricultura.
Y es que nuestros antepasados, cazadores y recolectores, tomaban una alimentación más natural y por tanto más sana que la nuestra no nos cabe duda, pero que sea una dieta viable o que sirva para adelgazar son temas que ya levantan más dudas.
La Paleodieta se centra en el consumo de productos disponibles en esa época del año con carnes rojas y blancas, pescado, marisco, huevos, frutos secos, raíces, verduras y frutas. En esta dieta no se consumen alimentos procesados, enlatados, precocinados ni tratados industrialmente. Tampoco incluye el consumo de granos, cereales, sal ni azúcares refinados ni de productos lácteos ni legumbres.
En el año 1975 el gastroenterólogo Walter L. Voegtlin fue el primero en sugerir una dieta similar a la de la era Paleolítica. En su libro defendía que somos carnívoros y nuestra dieta debía centrarse en grasas y proteínas, con cantidades muy pequeñas de hidratos de carbono.
Pero siendo realistas no creo que la mayoría de la población pueda acceder a tanto nutriente tomado directamente de la naturaleza, además de que en el Paleolítico tampoco existían los ascensores ni los automóviles.
Ya no tenemos que correr detrás de los mamuts para cazarlos, ni pasamos horas caminando hasta un río para pescar, ni subimos a los arboles a recolectar frutos, ni somos nómadas andando de una parte a otra del planeta.
Si a todos estos inconvenientes unimos que el exceso del consumo de carnes rojas acarrea un aumento del riesgo cardiovascular, debemos tener sumo cuidado a la hora de embarcarnos en dietas milagrosas. Porque la dieta no consiste solo en los nutrientes que ingerimos o en aquellos de los que nos privamos sino en los hábitos de vida tan inadecuados que arrastramos de por vida.