Amor de barrio
En las afueras de la ciudad, en un pequeño rincón, se encuentra mi barrio. Un lugar tan tranquilo como acogedor donde la vida transcurre lenta y monótona, hasta parecer que el tiempo se estirara como un chicle.
Unas calles empedradas que parecen traídas de otro siglo contrastan con el moderno y colorido mural que adorna la plaza en honor a su nombre, el barrio de Don Gato. Alli nos reunimos todos y Cándido, mi vecino, lleva a pasear sus perros.
En nuestro vecindario además de numerosos gatos domésticos también existe una creciente colonia felina callejera que cada anochecer acude a zambullirse glotona en los cubos de basura. Y fue precisamente en una de esas noches, que Cándido salió a tirar su basura, que sucedió lo inexplicable.
Las farolas titilaban suavemente en un silencio cargado de misterio que todo lo envolvía. Un par de calles más arriba se barruntaba el oloroso runrún del camión de la basura que se acercaba. De repente y solo en un segundo los mansos ronroneos dieron lugar a espeluznantes maullidos que lo invadieron todo.
Cándido aterrado, comenzó a sentirse protagonista involuntario de aquella película de Hitchcock titulada “los pájaros”, al observar tal cantidad de gatos negros abalanzándose sobre él, en un aquelarre maldito.
Los vecinos que salimos para auxiliarle, contemplamos atónitos como habían engullido sus rastas dejándole prácticamente sin pelo. Sin heridas de consideración le acompañamos a casa.
A la mañana siguiente, Cándido nos comunicó las dos decisiones más importantes de su vida. Hacerse un tatuaje con “Amor de barrio” en honor a la ayuda recibida de sus vecinos y la segunda, no menos importante, no volver a usar para ennegrecer su pelo aquel dichoso extracto de “Regaliz” Gatos. Quien sabe si quizás habría sido aquello…
Con este relato de ficción me sumo a la convocatoria de RELATOS JUEVEROS, cuya anfitriona ha sido en esta ocasión Dafne, quien nos ha propuesto el tema “AMOR DE BARRIO” al abrigo de la siguiente imagen. Clicando sobre ella llegaréis hasta su blog.
.
Los gatos no tienen un guión ni una lógica.. pero algo vieron en Candido. Yo, por si acaso, no me fiaría de alguien con ese nombre ;)
ResponderEliminarTienes razón, quizás debí haberle llamado Inocencio. Dicen que el nombre no hace al hombre pero si lo hacen sus acciones. Y seguro que lo de ponerse regaliz desató el lado más oscuro de Bastet en este mundo. Saludos
EliminarTal cual he visualizado el barrio que nos escribes.
ResponderEliminarAgradecido el vecino con su barrio , para tatuarse ambos tatuajes.
Yo diría que ese menjungue en su cabeza fue el ingrediente que hizo que los felinos se abalanzaron sobre él.
Me gustó tu enfoque de barrio un beso 😺😘🙋
Al igual que en Los Pájaros nunca sabremos lo que realmente pasó. Pero por si las moscas él ya tomo esas medidas. Un barrio como otro cualquiera con unos vecinos estupendos. Besos
EliminarTodo es posible si de gatos se trata. La desesperación del gato por todo aquello que lo deleita es proverbial. Los míos (algunos por el atún, otros por el paté y no faltan l@s que se vuelven loc@s por las aceitunas) derrumban cualquier osbtáculo, arrasan con lo que les pongas por delante. Mi solidaridad con el protagonista de tu hermoso relato.
ResponderEliminarAbrazo de corazón!!
Veo que tú los conoces bien y sabes que no se detienen ante nada para salirse con la suya. Gracias Carlos, abrazos.
EliminarInquietante.
ResponderEliminarTengo que aclarar que aunque esto sea como la vida misma, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Saludos
EliminarBuenísimo relato. Con el miedo que me hacen sentir los gatos, imaginé lo mal que lo pasó el hombre de las rastas, jajaja.
ResponderEliminarBesitos.
El relato es ficción pero cuando un gato saca las uñas, da miedo verlo enfadado. Besos
EliminarEl relato comienza tranquilo y relajado al definir el barrio, pero de pronto se masca la tragedia con la aparición de esos gatos asesinos y se vuelve espeluznante. Menos mal que el final es simpático. Hay un poco de todo.
ResponderEliminarBss
Humor y tragedia en un mismo hecho. Un beso
EliminarMe hizo reír a mi me gustan los gatos pero pueden ser peligrosos a veces. Te mando un beso.
ResponderEliminarPor lo menos pueden dar un buen susto. Besos
EliminarYo soy más de perros. Los gatos me hacen mucha gracia pero no sé relacionarme con ellos, así que cuando estoy cerca una colonia de gatos voy con mucho cuidado...Saludos!
ResponderEliminarMe pasa igual que a ti, con los gatos he tenido poco trato. Besos
EliminarMe gusta tu barrio y sus imágenes, ¿son tuyas?
ResponderEliminarMe ha caído muy bien Cándido y sus decisiones tras el incidente.
un relato lleno de originalidad-
Besos
Gracias Tracy
EliminarMuy bueno, tu relato empieza con un barrio de ensueño y termina con un barrio de pesadilla y esto ha sido posible gracias a los misteriosos gatos y al inocente Candido. Saludos
ResponderEliminarEl pobre lo dejaron todo arañado y sin pelo. Un abrazo
EliminarMenuda jauría de gatos, dichoso colorante con regaliz, Cándido aprendió la lección y descubrió que en los barrios también los vecinos se ayudan ante un suceso así.
ResponderEliminarA pesar de tanto gato me gustó la descripción del barrio, excelente micro.
Un abrazo
Vecinos que a veces son más que la familia, ya dicen que el roce hace el cariño y hay gente que no ve a la familia en meses. Besos
EliminarAntes de utilizar ciertos productos, si son para uno mismo, es mejor leer la letra pequeña.:)
ResponderEliminarEs que Cándido siempre usaba regaliz para el pelo, pero esta vez cambió de marca y la cosa se desmadró.
EliminarHola Neu, maginifico relato que nos dejas, haces tal la descricion que parece que somos uno mas de los vecinos, antes de llegar al final habia pensado que tal vez habia cocinado pescado y se le habia quedado el olor pegado al pelo, pero fue el regaliz, golosos los gatos:), en mi barrio no son gatos, son las dichosas palomas que cada dia se adueñan de mas terreno, no puedo con ellas.
ResponderEliminarBesos.
Pues es una grandísima idea con el mismo resultado para el pobre Cándido. Besos
EliminarPobre Cándido! Casi le cuestan demasiado caras sus rastas! Suerte que la solidaridad de sus vecinos lo rescató! Un abrazo
ResponderEliminarAsí es, seguro que el regaliz ni lo vuelve a probar tampoco. Besos
EliminarMe encantó un relato muy original, te felicito, un abrazo.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Muchas gracias Patricia, besos
EliminarMuy original y, a pesar de todo, muestra la solidaridad vecinal.
ResponderEliminarLo que parecía que iba a ser un paseo relajado, se convirtió en un dantesco escenario.
Yo adoro a los gatos; de hecho, tengo dos; pero bien es cierto que cuando quieren o se empeñan, van por libre llegando a provocar verdaderos caos.
En este caso, coincido con que aquello que se puso el pobre hombre en el pelo, los volvió coléricos.
Muy bueno, querida amiga.
Abrazo grande 💙
A veces se ponen muy locos y como son tan rápidos te asustan. Besos
EliminarMuy bien inspirado tu relato. Todos los barrios tienen sus personajes clásicos , me hiciste recordar mi barrio de juventud.
ResponderEliminarPobre de Cándido, no le quedarán ganas de usar regaliz nunca más.
Abrazo!
Muchas gracias, siempre hay personajes entrañables en todos ellos. Besos
EliminarMuy buen relato, Neuri!
ResponderEliminarlograste una historia que atrapa, divierte y me deja una sonrisa al final!
Besos.
Muchas gracias me alegra que haya sido así. Besos
EliminarMe ha gustado mucho tu cuento y la decisión de Cándido de no volver a usar el producto para fijar sus rastas, así como su tatuaje.
ResponderEliminarPero creo que igual todos gatos no eran negros, ya se sabe que por la noche todos gatos son pardos.
Saludos.
Quien sabe Tomas, desde que les colgaron el san Benito de la mala suerte han aumentado en la calle. Saludos
EliminarNo sabía que a los gatos les gustasen tanto las rastas jajaja
ResponderEliminar¡Me encantado tu relato, Neuriwoman! Mil gracias por participar. Y tus collages también me han gustado mucho, particularmente el del tatuaje de amor de barrio *.*
Un besazo
Muchas gracias Dafne, ha sido un placer participar en tu convocatoria con el tema tan entrañable y bonito que nos has propuesto. Besos
EliminarEso si que es amor! Un abrazote!
ResponderEliminarNada menos que amor de barrio. Besos
EliminarMe encanta este barrio, tan barrio... Y me encanta tu relato... y esos gatos tan gatos...
ResponderEliminarUn abrazo
Pues agradecida a tu comentario. Besos
EliminarMe has hecho recordar a los gatos de mi calle que por la noche parecen niños recién nacidos en su lamento. También su pelea cuando todo está en silencio y dormido...creo que no me gustan los gatos y, tuve uno
ResponderEliminarUn saludo de Buscador
Hola Buscador, estoy segura que el tuyo si te gustaba aunque fuese a ratos. Besos
EliminarLos gatos tienen a veces sus....locuritas. En este caso, en forma más intensa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fue una histeria colectiva con ese embriagador perfume de regaliz. Saludos
Eliminarhola Neuri bueno tu relato gatuno deja una cierta intranquilidad, no por que yo lleve rastas , si no por aquello cria gatos y te sacaran los ratones de casa Un abrazo
ResponderEliminarHola Rodolfo, antiguamente cada casa tenía el suyo para lo que comentas. Muchas gracias por tu comentario. Saludos
EliminarMe ha gustado tu relato. Pobre Cándido, como le quedaría el pelo. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Teresa. Un abrazo
Eliminar