Se acerca Halloween, y muchos lo consideran una fiesta importada, ajena a nuestras raíces. Pero nada más lejos de la realidad. Allá por el siglo VIII a.C. los pueblos celtas que habitaron Europa y también la zona de la actual Galicia ya celebraban sus propias festividades vinculadas al fin del verano y al inicio de la estación oscura. Aquellos rituales, centrados en el ciclo de la vida, la muerte y la renovación, son el verdadero origen del Halloween que hoy conocemos.
Solemos asociar la reencarnación con el budismo o con las filosofías orientales, pero mucho antes de que esas ideas llegaran a Europa, los celtas ya creían que el alma nunca muere. En sus mitos y ritos, el ser humano era un viajero del tiempo que renacía una y otra vez en distintos cuerpos, cumpliendo un ciclo de aprendizaje que unía la vida, la muerte y el regreso.
Para los antiguos celtas, el alma era una fuerza inmortal que no conocía fin, solo tránsito. La muerte no significaba una ruptura, sino un paso hacia otra forma de existencia. El alma abandonaba el cuerpo, pero seguía su camino, regresaba, se transformaba.
Durante el Samhain —la festividad que inspiró el actual Halloween— se creía que los espíritus podían cruzar el umbral que separa los mundos y volver a visitar a los suyos. Por eso encendían hogueras y dejaban velas y alimentos en los caminos: no para espantar a los muertos, sino para guiarlos en su retorno.
Los druidas, guardianes del conocimiento, enseñaban que esa energía eterna podía reencarnarse en distintos cuerpos.
Bosques, ríos y montañas eran templos naturales donde el alma encontraba refugio. Cada piedra podía contener un recuerdo, cada árbol, un espíritu antiguo. La naturaleza era el puente entre los mundos, y los vivos, sus custodios.
Con la llegada del cristianismo, esta visión se transformó, pero no se extinguió. Las fiestas de Todos los Santos y de los Difuntos conservaron el eco de Samhain: la certeza de que la muerte no borra el alma, solo la desplaza.
Aún hoy, en la noche de Halloween, encendemos luces que son más que símbolos. Son herederas de una tradición milenaria que nos recuerda que el alma —como creían los celtas— jamás se apaga, solo cambia de forma.
Fobias de Halloween
Detallada explicación sobre la vida, la muerte, la renovación. Del alma que sólo cambia de forma... En el proceso de ida y vuelta.
ResponderEliminarUna vez alcanzado el último viaje, transformada el alma individual en el Océano, que siempre es, ¡Fin del proceso!
¡Simple! Que no por ello "sencillo"...
Abrazos, Emilia.
Buenos días, gracias por esta entrada, me ha encantado, estoy en sintonía con ella, creo que nuestra alma tiene muchas vidas por eso hay momentos en los que sentimos dentro de nosotros algo que no nos pertenece , y estoy segura que es una vida pasada en busca de ese cuerpo inerte
ResponderEliminarHay tanto misterio en el proceso de la vida y la muerte que sería un largo debate donde vamos después
Un fuerte abrazo, 🦋😘
Es cierto, tendemos a pensar que Halloween es una fiesta que aunque hemos incorporado por su parte lúdica el lejana a nuestras tradiciones y realmente estamos equivocados ya que viene de la época de los Celtas, en Galicia tiene mucho arraigo.
ResponderEliminarBesos.