Huellas en la arena dorada: la memoria efímera del mar





“Cielo dorado,

la arena guarda huellas

que borra el mar”

Colección de Haikus “Cuatro Estaciones” (Neuriwoman) Otoño nº 1


Las huellas en la arena tienen algo de escritura invisible. No permanecen más allá de unas horas: la brisa, la marea o un nuevo caminante las borran y transforman. Y sin embargo, mientras existen, nos hablan de compañía en un espacio inmenso y, a la vez, de la fragilidad de nuestro rastro en el mundo. 


Mirarlas despierta en mi una reflexión inevitable: todo lo humano es huella sobre arena dorada. Dejamos señales, recuerdos, marcas en quienes nos rodean, pero ninguna permanece intacta. El mar —como metáfora del tiempo— acaba por borrar lo que parecía imborrable.


Pero esa fugacidad no es pérdida, también puede ser promesa. Saber que las huellas desaparecen nos invita a vivir con más intensidad el instante en que se dibujan. Cada pisada en la arena dorada, cada paso bajo ese cielo luminoso, es irrepetible. Y aún sabiendo que todo pasa, todo lo vivido tiene sentido. 


Fotografía de mis paseos por la playa (Rincón de la Victoria, Málaga)



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Comentarios

  1. Sentido y valor. Y nuestra imperfecta memoria es tan lista que selecciona, qué recordar y qué olvidar. Para que nos quejemos...
    Abrazooo

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