Hay momentos que en su día no entendimos.
Giros del destino que parecían errores.
Personas que llegaron y se fueron
dejándonos más preguntas que respuestas.
Y sin embargo, con el tiempo,
algo cambia.
Un día, sin saber por qué,
volvemos a pensar en aquel instante.
Y lo vemos con otros ojos.
Ya no duele igual.
Ya no pesa lo mismo.
Ya no parece tan absurdo.
Es como si algo dentro de nosotros
hubiera aprendido a leer
lo que antes era solo un trazo borroso.
Los viajeros del alma saben
que hay señales que solo se comprenden
cuando uno ha caminado lo suficiente.
Cuando ha mirado hacia atrás
sin nostalgia,
solo con gratitud silenciosa.
No todo tiene sentido en el momento.
A veces la comprensión llega
años después,
como una carta olvidada
que alguien por fin abre.
Y entonces lo vemos:
aquel retraso que evitó un accidente,
aquella conversación que parecía banal,
aquella despedida que nos rompió en dos.
Todo tuvo una razón,
pero no desde la mente,
sino desde el alma.
Desde esa parte de nosotros
que entiende sin palabras.
No se trata de forzar significado.
Sino de saber esperar.
Confiar en que hay hilos invisibles
tejiendo algo más amplio.
Y que un día, tal vez,
esas señales que no supimos leer
nos cuenten la historia completa.
Colección: Viajeros del alma (Neuriwoman)
Capítulo 9: Señales que antes no supimos interpretar.
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