Silencio líquido: reflexiones frente al mar

  



“Silencio líquido, 

se curva el horizonte 

bajo el ocaso”

Colección de Haikus “Cuatro Estaciones” (Neuriwoman) Otoño nº 3

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Acaba de comenzar el otoño en el hemisferio norte y con él asistimos a cambios en la duración de los días y de las noches iniciándose también una etapa muy especial para la reflexión y la melancolía. Quizás porque observar el horizonte curvarse bajo el ocaso es también aceptar que todo ciclo tiene un cierre. 


Y mientras sentimos que el verano se despide sin estruendo, en mi ciudad apenas con un suspiro en el aire más fresco y en algunos de los colores que anuncian el otoño. Asistimos a una transición que nos recuerda la necesidad de aprender a soltar, de dejar que lo que termina se diluya con la misma serenidad con la que lo hace la luz en el mar. 


En el fondo, contemplar ese paisaje es también contemplarse a uno mismo. El agua que guarda los últimos reflejos del día es un espejo donde la mente reconoce su propio tránsito: de la prisa al descanso, de la intensidad a la pausa, de la certeza a la aceptación. 


Quizá eso sea lo más valioso que enseña el otoño al llegar: que en la curva del horizonte y en la calma del agua está escrita la posibilidad de renovarse, de abrazar la cadencia de los ciclos sin miedo. Saber que no necesitamos llenar cada instante de palabras ni de ruido. Basta con callar y dejar que el silencio líquido del mar haga el resto.




Fotografía de playa (Rincón de la Victoria, Málaga)

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