“Crisantemos de luz,
el otoño perfuma
la calma del ser”
Colección de Haikus “Cuatro Estaciones” (Neuriwoman) Otoño nº 4
El crisantemo es una flor que florece en Otoño, la estación en la que muchos jardines parecen apagarse. Pero mientras otras flores se marchitan, él se abre con firmeza, mostrando que la belleza no es exclusiva de la primavera. Su floración otoñal nos recuerda como cada etapa de la vida guarda una luz propia, incluso en los momentos en que el mundo parece recogerse.
En Oriente como flor del sol simboliza el optimismo y la alegría; y representa la vida en equilibrio, la capacidad de florecer con dignidad incluso en circunstancias adversas. En Occidente, en estas fechas lo vemos más en los cementerios y aunque muchas veces se asocia al recuerdo y a la memoria de los que ya no están, guarda un mensaje profundo de esperanza y renovación.
Los crisantemos también son un símbolo de resiliencia y serenidad. Al florecer en otoño, nos enseñan que la belleza surge también en medio del cambio y que siempre es posible renovarse, incluso en las estaciones más frías.
Contemplar la flor del crisantemo nos hace pensar en la fuerza interior: la que permite atravesar el otoño de la vida con calma y belleza, sin resistirse al paso del tiempo. Nos enseña que cada ciclo tiene su sentido y que la plenitud no depende de las comparaciones, sino de abrirse en el momento preciso.
Así como otras plantas florecen en su primavera, el crisantemo nos muestra que el otoño también tiene flores espléndidas. Su mensaje es claro: no existe un único momento para brillar, sino que cada persona tiene su propio tiempo para desplegar lo mejor de sí misma.

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