Cuatro perros y un destino.



Todos los veranos cuando llego a la casa del campo, me descalzo y quedo inmóvil durante unos minutos sobre el césped. Es como los enchufes con toma a tierra, por donde toda la energía negativa la descargo por la planta de mis pies. Lleno mis pulmones lentamente de brisa marina y luego la voy exhalando despacito para que llegue hasta lo más profundo de mí ser.

Aquello es como un trocito de cielo con el mar en frente, el huerto, el jardín y el silencio solo interrumpido por el canto de los pájaros, los grillos y algún que otro ladrido de los perros vecinos.

Yo también tengo perro, pero es un urbanita y apenas ladra, se llama Terri aunque en realidad su autentico nombre era Rex según su cartilla sanitaria. Pero consideramos que era demasiado nombre para tan poco perro, un chiquitin Yorshire Terrier que no llega a tres kilos. Tiene una carita tan preciosa que todo el mundo piensa que tiene seis meses aunque en realidad tiene seis años.

Este verano tenemos más inquilinos por casa porque también nos hemos traído a Tomi, el perro de mi niña adoptiva que se ha ido a Inglaterra con mis otros niños, y este curso comienza Arquitectura en Madrid y se lo piensa llevar allí con ella. Tomi es un podenco precioso de dos años, con una vitalidad y unas ganas de jugar inmensas. Así que esta todo el día saltando y corriendo por el huerto más feliz que una perdiz. También le gusta meterse en casa y ponerse bajo mi sillón mientras leo alguna cosa. Y sobre todo pegar un gran salto y aterrizar en mi cama en caída libre, pero le tengo que regañar porque peligra mi integridad física.

Terri se dedica a vigilar la entrada principal y el jardín, y Tomi se dedica al huerto. Allí ha conocido a Perla, la gata de mi otra vecina, y aunque solo tiene ocho meses tiene a todos los perros dominados. Cuando Tomi le ladra, ella le hace frente y viene persiguiéndole desde la punta del huerto hasta la casa. Es de color negro y vive con otros dos perros, que la obedecen y la miman como si fuese su cría.

Otros dos inquilinos por parte de mi padre son una Husky siberiana de nombre Zara, con cinco años, y una pinta impresionante de perra loba. Su tamaño es imponente y el pobre Terri le teme como si fuese un elefante a punto de pisotearle. Pero en realidad es muy buena y a la gata la coge con suavidad en su boca y la cambia de sitio; y deja que Perla le mordisquee las orejas y le haga travesuras.

El cuarto en discordia es un Papillón, perro de color negro de trece años de edad, que abandonaron a su suerte ya viejito. Andaba vagando por las calles hasta que Adela se lo trajo un día a casa hace cinco años; cuando lo llevo al veterinario del pueblo le confirmo que lo habían echado de casa y que su auténtico nombre era Tenso (extraño nombre para un perro que esta siempre tan relajado). Además padecía de corazón y tenía problemas de artrosis, ahora tiene que tomar varias pastillas diarias pero esta mejor que al principio. Y además se ha cambiado de nombre y ahora se llama Chicco.

Yo creo que para paliar un poco el “síndrome del nido vacio” cuatro perros y una gata son suficientes, son mi pequeña manada siempre sentados a mi alrededor. Y todo el día jugando y saltando unos por encima de otros, y a la hora de dormir muy calladitos y en total armonía. La verdad es que no dan ninguna lata, son tan educados y tan cariñosos, que da gusto tener una manada así de armoniosa.

Olvidaba mencionar otro inquilino menos obediente y más ruidoso, el grillo de todos los veranos. A mi hijo mayor le molesta para dormir, pero como no esta aquí, le dejamos que cante a su gusto todas las noches. El grillo se llama Pepe, por Pepito Grillo, aunque cada año sea uno diferente.

Comentarios

  1. YA VEO QUE ESTÁS MUY BIEN ACOMPAÑADA, ASÍ ES MUY DIFICIL ABURRIRSE

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  2. Uyyyy! Charo me has pillado en el huerto. Pero yo no tengo uvas tan hermosas como las tuyas, por que no vivimos alli, salvo unos meses en verano.

    Pero si sembramos huerta con tomates, pimientos, cebollas, rabanitos y todo lo que una buena ensalada y un buen gazpacho necesita.

    En invierno nos volvemos al piso, se esta más calentito y más a la mano para los trabajos y la universidad de los niños.

    Y de mascotas aqui solo tengo dos: el terrier chiquitin y el podenco, que al final estaba pasando el verano y nos lo hemos tenido que quedar porque a la niña no se lo dejan tener en el piso de Madrid.

    En fin, que la gente solo suele leer las entradas diarias, y ya es bastante con tantos blogs y tantos amigos. Pero muy poca gente viene a visitar estas fechas y estas entradas.

    Así que amiga Charo, muchas gracias por tu visita y por tu comentario.

    Y pensar que por estas fechas no conocia a nadie, la gente entraba porque lo veo en el contador de visitas pero nadie comentaba. Nadie decia nada. Así que nadie conocia a nadie.

    Ahora es un autentico placer leeros en vuestro blog, en los comentarios, y saber que sois mis amigos tan lejos en kilometros y tan cerca en cariño.

    Un fuerte beso, amiga Charo.

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