4.- Sala de Conferencias: Niñas de Paola 4/7

Para los que ya conoceís a Paola, hoy continuo con el relato de hace unos días. Recordareís que su amiga Anastasia tuvo una preciosa niña sin la participación de ningún santo varon.

Que aquella noche de luna llena nacieron miles de niñas por todo el mundo, en un pis pas como en los trucos de magía las matronas sacarón de la chistera...

Y para aquellos que todavía no conoceís la historia, si quereís poneros al día os dejo los enlaces a los tres anteriores capítulos, porque Paola es mucha Paola:

Capitulo1º



http://www.neuriwoman.com/2011/01/1-el-cumpleanos-las-ninas-de-paola-17.html

Capitulo 2º: 



http://www.neuriwoman.com/2011/01/2-el-truco-de-la-chistera-ninas-de.html



Capitulo 3º 

http://www.neuriwoman.com/2011/01/3-no-hay-dos-sin-tres-las-ninas-de.html

 

Comenzamos:

Anastasia mira de nuevo a su retoño que ha empezado a sonreírle, y se da cuenta que ya le ha crecido el pelo, un par de dientes y hasta sabe sonreir diciendo mama.

La verdad es que no llevan tanto tiempo haciendo cola como para eso, pero estas niñas deben ser un poco precoces se dice a si misma para autotranquilizarse.

Por lo que una vez recogida la ropa  y ayudada por su amiga Paola le planta a la niña el conjunto vaquero de color rosa y pregunta donde esta la salida. Por que la pobre Anastasia lo que tiene son unas ganas locas de irse a casa, a ver si metiendose en su cama y tapandose la cabeza con la almohada se despierta de aquella pesadilla que parece no tener pies ni cabeza.

Pero los dos guardias de seguridad que estan junto a la puerta giratoria de cristal la traen nuevamente a la realidad cuando le espetan que de momento no pueden abandonar el centro médico, que tienen que esperar a que el señor Director hable con ellas y el equipo médico les firme el alta.

Por tanto  todas son conducidas a una gigantesca Sala de Conferencias donde se encuentran con un ciento de mamas y niñitas sentadas sobre su regazo esperando una explicación.

El director del hospital, un hombre maduro por no decir pasadito, alto, delgado y orejón  entra en la sala con su raída bata blanca y su fonendo rosa fosforito colgando flacidamente, tan flacidamente... como la piel de su papada. 

Se apagan las luces y se apodera de toda la sala un silencio sepulcral...