El Don.
Un rosal no está atento a los demás, cuando está formando su rosa más magnífica. No se preocupa del color que los otros rosales les darán a sus rosas.
Está ensimismado, consultando la sabiduría de su propia savia, no comparándose con nadie, buscándose hondamente, haciendo fluir hacia la superficie la virtud de su flor única.
Y cuando la hace florecer el mundo se acerca hacia él con admiración, le muestra su gratitud de mil maneras, y lo toma como uno de los regalos más preciados que puede hacerles a los seres que quiere o admira.
Ese es el principio básico: cuando encuentra lo mejor de sí mismo, aquello único que ha venido a realizar en el mundo, el mundo le abre todas las puertas para su Don.
Porque el mundo estaba esperando que cada uno aporte lo mejor de sí mismo, porque con su Don enriquece a la humanidad entera.
Porque el mundo estaba esperando que cada uno aporte lo mejor de sí mismo, porque con su Don enriquece a la humanidad entera.
"EL DON: Una guía para descubrir cuál es la misión de nuestra vida" (Amalia Estévez).