Sueños de un edema cerebral.
Y ahora de repente y perdida en la nada, aterida de frió, voy desentumeciendome poco a poco. Noto como voy recobrando la consciencia en la nulidad de mi ser. Incluso intento alcanzar mi cabeza para aliviarla entre mis manos, me duele, pero no tengo manos o quizás haya olvidado como tenerlas. Todavía no se como he llegado hasta aquí, ni el tiempo que llevo desvanecida; ni siquiera tengo idea de donde estoy. Abro los ojos en mi mente y solo veo piedras, piedras y más piedras. Es un momento en que se clava en mi esa lacerante soledad convirtiéndome en esa singular unicidad perdida en lo sempiterno. Un infinito infectado de pustulosas piedras grisáceas, punzantes, viscosas y fantasmales que deben haberme acompañado cuasi toda esta eternidad ocultas entre los vendajes. Dudo si soy una persona o solo una de aquellas piedras que ha despertado de su letargo. Mi espíritu petrificado es demasiado pesado para conseguir levantarse, y hago un último esfuerzo por elevarme