El pequeño caracol.
Todavía me dura la sonrisa aunque ya hace un rato que se vistio y salio a buscarle un hogar mejor al pequeño caracol que encontro limpiando la lechuga. Mi marido es un buenazo y le encantan las plantas y los animalitos, incluidos los caracoles. Así que ha bajado a los jardines a buscarle un sitio fresquito y lleno de verde para que siga con su vida caracolera.
Mi padre ha sembrado en el huerto unas lechugas y me las trae siempre con toda la flora y fauna de recien cojidas. Pero bichito que ve, bichito que le da el pisotón. Sin embargo nosotros tenemos una filosofia de la vida mucho más ecologíca y respetuosa con el medio ambiente asi que nos gusta respetar el espacio de cualquier otro ser vivo.
A veces pienso que debería haber nacido en India, barriendo bajo mis pies para no pisar a ninguna de las hormiguitas que se fuesen cruzando en mi camino, y mis ideas tienden tanto hacia este misticismo budista que mi hijo cuando era pequeño se llegaba a inquietar conmigo. Sobre todo cuando escuchaba mi música y ese OMMMMMM todo el rato susurrando por la casa, y ese monton de mantras para relajar y purificar mi espiritu.
Yo me reia de sus recelos hacia mi filosofía de la vida, y el hacia hincapie en que leyera los libros y escuchara la música que quisiera pero que por favor no me pusiera una túnica color azafran ni me afeitará la cabeza. A esa edad los niños son muy suceptibles a la opinión ajena y solo imaginarme en plan "hare krishna" por la calle le quitaba el sueño.
Pero que conste que nunca estuvo dentro de mi intención vestir mas alla de la mera comodidad, pero sin disfrazarme de nada que no soy. Aunque ahora que no me escucha confieso que no me inportaría dejarme caer por alli, y entonces quien iba a notar si llevo tunica naranja y me dejo sumergir en la vacuidad del alma.
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